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el Santo Grial

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El cáliz de Doña Urraca

En el transcurso de una investigación sobre diversos objetos islámicos conservados en el Museo de San Isidoro de León, llama la atención un arca de plata procedente de fuera de nuestras fronteras y que ya había viajado por otros lugares, entre ellos el Museo del Louvre. Se trata de una arca del siglo XI, de procedencia fatimí, de El Cairo, y que era propiedad del visir Sadaqa ibn Yusuf.

Siendo por aquel entonces el Reino de León el reino cristiano más influyente de la península tenía sentido haber encontrado regalos procedentes de Córdoba, Zaragoza o Toledo, ciudades vecinas bajo dominio musulmán, ¿pero de Egipto? ¿Qué había sucedido y cómo relacionar este arca con dos puntos tan lejanos? Siguiendo la pista del arca, se envía un arabista a la universidad de Al-Azhar en El Cairo, para que amplíe la información de primera mano. Allí encuentra dos pergaminos originales ciertamente peculiares.

Primer pergamino. Es un pergamino del s. XIV que cita al rey Fernando I el Magno de León. En él se relata una noticia parcialmente conocida por los medievalistas, que dice que en 1054 hubo una gran hambruna en Egipto. El califa cairota lanza una petición de ayuda a la que sólo responde el emir de la taifa musulmana de Denia enviando barcos cargados de víveres. En agradecimiento se envían a Denia regalos muchos, de los cuales se conservan hoy en día en el museo de Denia.  Hasta aquí la historia conocida. Pero el mismo pergamino añade que el califa ofreció al de Denia cualquier cosa que estuviese en su mano, y el de Denia solicita entonces que le envíen la copa con la que Cristo ofició la Última Cena, que se encontraba en Jerusalén. Hacía poco que el Rey de León Ferdinan al Kabir (el Grande) había atacado Valencia y el emir de Denia buscaba congraciarse con él, por lo que le envió esta copa junto con un mensaje ‘Nadie te puede regalar nada tan valioso como lo que yo te entrego’. Sólo hay un rey llamado Fernando en la dinastía de León, casualmente aquel que construye San Isidoro.

Segundo pergamino. Encontrándose la hija de Saladino, sultán de Egipto y Siria, gravemente enferma y habiendo acudido a los mejores médicos del momento sin encontrar cura para ella, Saladino ordena que se le envíe una esquirla que había saltado por accidente en el viaje de la copa hacia Denia. Mediante la imposición de aquella esquirla, parece ser que la hija se curó de forma milagrosa y Saladino se queda con ella.

Hay una laguna de cuatrocientos años en los que no se sabe nada de ninguna reliquia, las fuentes del conocimiento guardan silencio absoluto sobre el grial. Pero estos dos pergaminos conectan curiosamente otra serie de hechos probados y conocidos en los estudios de los medievalistas a partir del siglo V, y avalados por escritos en crónicas latinas, en crónicas griegas, en fuentes armenias,... , que dicen:

El cáliz de Cristo se custodió y fue venerado en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén desde el siglo V, en una capilla con nombre propio ‘exedra cum calicem Domine’, se conocen incluso sus dimensiones y que está hecha de ágata-ónice.

El grial desaparece en el siglo XI, precisamente cuando se escriben los pergaminos. Todos los afanes de los cruzados por encontrarlo son un completo fracaso.

Entonces se ordenó desmontar la copa de Doña Urraca y se ve que la falta una esquirla. La investigadora principal de todo este asunto, la medievalista Margarita Torres, no sale de su asombro. Los pormenores de su investigación están descritos en el libro "Los reyes del grial".

La última cena. Basílica de San Isidoro. León

El cenáculo del panteón real de San Isidoro donde se desarrolla la Última Cena está representado como un gran palacio. A la mesa se sientan los comensales que comen, beben y dialogan entre sí con gran ánimo. En el centro se sitúa la amplia figura de Cristo, más grande debido a la idea de jerarquía existente en la pintura románica, acompañado de los apóstoles, cada uno de ellos con nimbo, excepto la figura de la esquina superior izquierda que se identifica como Marcial y es el encargado de escanciar el vino. Las figuras están marcadas por un potente contorno oscuro y en ellas destaca su escasa expresividad, a pesar de intentar el pintor diferenciar los rasgos de cada uno. Sus grandes ojos almendrados parecen mirar a todas partes, sintiéndose el espectador observado por los comensales de la Cena. Todos los comensales alrededor de la mesa sujetan copas blancas de diversas formas, pero Jesús no tiene copa. Es Marcial el Copero, quien está ofreciendo a Jesús una copa llena de vino rojo, la copa es de color oscuro, que podría corresponderse con una copa  de ónice romana. Esta copa hubiese llegado hasta Urraca I de León, hija de Alfonso VI de León y Sancha de León, nieta de Fernando I el Grande.

Las cruzadas

Desde el siglo I al IV a.C se pierde la pista del Grial, en parte por tratarse el Cristianismo de una religión perseguida con la muerte (martirios de Nerón, Calígula y Diocleciano), existe orden de quemar los textos cristianos. Hasta que en el año 313 Constantino I el Grande propicia que la religión cristiana sea tolerada, y la legitima en el Imperio Romano en 325. Es en 395 cuando el emperador de origen español Teodosio impone el cristianismo como religión oficial.

Al volver de las cruzadas en el s. XII, los investigadores cruzados comienzan a atar cabos y reúnen la siguiente información: el cáliz está en España, lo tiene un rey que se llama ‘rey de España’ que tiene un heredero llamado Anfortas, que recibe un lanzazo en la pierna del cual queda cojo, no tiene hijos herederos  su reino se encuentra amenazado, llegan caballeros de toda Europa para convertirse en reyes del grial; este se encuentra bajo el poder de una doncella de León virgen.

Según la historia escrita de León, los reyes leoneses tenían el calificativo de ‘imperator totus hispania’ y ‘ rex hispania’, son exclusivamente estos reyes de León los que ostentan tales calificativos. El primer rey de León tuvo un descendiente llamado Anfortas, cuyo nombre se asocia con el nombre de Alfonso VI de León y efectivamente, Alfonso recibió un lanzazo en su pierna a resultas del cual resultó cojo de por vida. Su único hijo varón murió en combate  y su reino se encontraba amenazado constantemente por los moros. Vienen caballeros de Europa para tratar de casar con su hija Urraca, infanta de León. El infantado es en aquel tiempo es una institución compuesta por mujeres de sangre real que no contraen matrimonio y que actúan como señoras feudales. Por aquella Urraca fue la mujer más poderos.a de su tiempo

¿Y qué decir del hasta hace poco venerado y reconocido grial de Valencia? Pues los datos históricos arriba citados son irrefutables y, como sólo pudo existir un grial, la conclusión es que aquel, el de Valencia, ha de ser falso.

El Santo Grial. La búsqueda de la inmortalidad

La búsqueda frenética de este objeto de poderes extraordinarios se inició en la Edad media y ha sido fuente inagotable de mitos, sagas, leyendas y poemas de caballería. Según aquella leyenda su poder es de tal magnitud, que es capaz de dar vida eterna y conocimiento sin límites, pero sólo aquellos puros de corazón serán capaces de llegar al Santo Grial.

Esta idea tan sugerente, que formaba parte del día a día de las inquietudes de los caballeros medievales, ha llegado hasta nuestros días amplificada gracias a la película Indiana Jones y la última cruzada, dirigida magistralmente por Steven Spielberg pero, lamentablemente , inexacta.

Y es que todo el mundo recuerda cuando Jones llega hasta la caverna donde el anciano cruzado le invita a que escoja sabiamente la copa de Jesús y beba del agua sanadora. El doctor Jones, al tomar la copa de madera supuestamente perteneciente a un carpintero hubiese muerto en el acto, puesto que no era la auténtica. En su última cena, Jesús jamás hubiese brindado con una copa de madera. Siendo la fiesta más importante para los judíos, la vajilla elegida debió ser mucho más lujosa que una simple copa de madera.

El origen de la leyenda

Sabemos por la tradición clásica que el Grial es la copa con la que Jesús celebró la Última Cena, y en la cual José de Arimatea recogió la sangre que manaba del costado de Cristo crucificado. Esta es la versión más aceptada, dada a conocer al gran público cuando Robert de Boron la introdujo en un poema del año 1202 titulado Joseph d’Arimathie.

Es esta una versión que mimetiza el mito del caldero de los pueblos celtas. El caldero de las leyendas celtas es símbolo del dios Dagda, un símbolo de abundancia, del que sale comida inagotable y conocimiento sin fin, pero también es un símbolo de la resurrección, en que los muertos son arrojados al caldero para resucitar al día siguiente.

Más aún, en el siglo V a.C la cornucopia (del latín ‘cornu‘ cuerno, y ‘copia’ abundancia), también conocida como cuerno de la abundancia era un símbolo de prosperidad sin límites. En la mitología griega, la cabra Amaltea crió con su leche a Zeus quien de niño, mientras jugaba con uno de sus rayos, rompió sin querer los cuernos de la cabra. Para compensarla, al cuerno roto se le confirió el poder de conceder a su propietario todo lo que desease.

Como vemos, el mito del Grial tiene raíces mucho más anteriores al cristianismo y nace de la fusión de antiguas leyendas presentes en otras culturas, como la griega, la romana o la celta.

En el poema de caballería Parsifal, que forma parte del mito artúrico, se ofrece una nueva interpretación sobre la naturaleza del Santo Grial, donde se describe como una piedra preciosa muy pura, llamada ‘lapis exillis’ o ‘lapis ex coelis’ piedra caída del cielo, de poderes milagrosos que concede incluso la inmortalidad.

El Mito Artúrico o Leyenda Arturiana es nombre que recibe una serie de textos escritos durante la Edad Media sobre las tradiciones celtas y la historia legendaria de las islas británicas, especialmente aquellas que describen al Rey Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda.

En el siglo XIII, el Grial se asocia con un libro escrito por el mismo Jesús y que sólo podía ser leído por quien estuviera en gracia de Dios.

La piedra que vino del cielo

El Grial está hecho de un material desconocido, caído de la frente de Lucifer durante la lucha de los ángeles rebeldes. El objeto es perdido y vuelto a recuperar en varias ocasiones, pasando por las manos de Adán, su hijo Seth, Noé, Moisés, y hasta la Verónica que lo recupera para ser usado por Jesús en la Última Cena.

Pero esta piedra caída del cielo es semejante también a la piedra negra que se custodia y se venera en la Ka’ba de la Meca, que según la tradición islámica, Alá la hizo descender del paraíso a la tierra, pasando también por sucesivas manos.

La piedra filosofal

Otra conexión razonable es la de la piedra filosofal, o elixir de la vida, que fue creada por Nicolás Flamel (1330-1418) en Francia. Dicen que Flamel consiguió transmutar un kilo de mercurio y convertirlo primero en plata, y luego en oro.

Es la piedra filosofal un símbolo de la alquimia, capaz de otorgar sabiduría, inmortalidad y riqueza a todo aquél que la poseyera.

El evangelio

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No perdáis la paz. Si creeis en Dios, creéis  también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo os lo habría dicho, porque ahora voy a prepararos un lugar. Cuando me vaya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde yo esté, estéis también vosotros. Y ya sabéis el camino para llegar al lugar a donde voy".

Entonces Tomás le dijo: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?".  Jesús le respondió: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí".

Evangelio según San Juan, capítulo 14, versículos 1 a 6

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